Fue un descuido. Alejandro no esperó que el conductor le dijera su nombre, como usualmente ocurre en un taxi seguro. Se subió sin saber que estaba a minutos de enfrentarse a una brutal agresión. Su caso se hizo público a través de redes sociales. Este Diario lo contactó hoy lunes 23 de marzo del 2015 para recoger su testimonio.
La noche del 7 de marzo pasado, el joven de 26 años fue golpeado por delincuentes durante un secuestro exprés. Había comprado cervezas en la av. Amazonas y Tomás de Berlanga, en el norte de Quito. Desde allí pidió un taxi a través de una aplicación por celular. A pocos minutos vio que llegaron dos taxis, uno totalmente amarillo del que se bajó una pareja y otro amarillo con franjas verdes.
Antes de entrar a este último no miró si las placas eran anaranjadas ni si tenía los sellos de seguridad que la Agencia Nacional de Tránsito ha ubicado en 38 000 taxis del programa ‘Transporte Seguro’.
Alejandro le pidió al conductor que tomara la av. De los Shyris, y se concentró en su celular, para buscar la dirección de la casa de su amigo, a donde se dirigía. Entonces, se percató de que el taxi iba por otro vía. Pasó cerca de la Policía Judicial, por las calles Pinzón e Isla Floreana. Hasta ese momento no estaba seguro de lo que pasaba. Unas cuadras más adelante, cuando le pidió que lo llevara a su destino, el conductor frenó de golpe y “metió a tres hombres”.
El joven recibió golpes en el rostro y en el cuerpo e insultos. Uno de los hombres sacó “un destornillador de punta y forcejeamos. Por la adrenalina logré romper el arma y lanzarla por la ventana”. Al darse cuenta de que la ventana estaba abierta gritó por ayuda. Pero sus quejas se ahogaron entre el gas pimienta que le lanzaron en la cara.
Eran tres contra uno. No tenía más remedio que “colaborar”. Hizo lo que pidieron, entregó sus tarjetas de crédito y débito, documentos personales y su celular. Alejando estuvo una hora en el taxi sin poder saber hacia dónde lo llevaban. Tras recuperarse, colgó en Internet fotos de la agresión, con contusiones en el rostro y los ojos hinchados.
El viernes se registró otro secuestro exprés
Un caso similar de secuestro exprés en Quito, registrado la noche del viernes 20 de marzo, circula desde anoche por las redes sociales. Se trata del ataque a otro joven: en una fotografía se lo mira con el ojo derecho cerrado por inflamación, con contusiones, con cuello ortopédico. Según el post de la víctima, luego de abordar un taxi, el conductor se desvió de ruta, frenó de golpe, también a pocas cuadras de las nuevas instalaciones de la Policía Judicial, en el norte de la ciudad. Entonces, tres hombres ingresaron al automotor.
El joven recibió golpes en el rostro, fue amenazado de muerte con un cuchillo y reducido con gas pimienta, antes de entregar su celular y tarjetas. Este Diario contactó hoy al joven atacado. Sus familiares confirmaron lo ocurrido; insistieron en que era mejor dejarlo descansar, tiene dos semanas de reposo médico.
No son los únicos casos registrados
En el 2014, en Quito se denunciaron 8 701 robos a personas. De estos, el 24,9% ocurrió en el interior de un automotor.
La última supuesta banda dedicada el secuestro exprés en la Capital fue detenida el pasado 24 de enero. Siete personas recibieron prisión preventiva luego de que la Fiscalía recibiera 70 denuncias en tres meses de víctimas que habían tomado un vehículo informal. En este caso la modalidad se detectó fue el ‘cajuelazo’. Consiste en que un integrante de la banda se esconde en la cajuela, mientras la víctima pide una carrera. Luego de que el auto avanza unas cuadras, el sospechoso se baja de la cajuela e ingresa al auto. Luego de una o dos horas sueltan a la víctima en una zona despoblada.
Alejandro recuerda que luego de llevarse USD 500 de su cuenta bancaria lo abandonaron en una zona poco habitada. Una mujer de avanzada edad que caminaba lo auxilió y llamó a sus padres. Él aún no denuncia el caso en la Policía. Dice que las primeras semanas se dedicó a recuperarse de las heridas. “Lo único que puede decirles a la gente es que se fijen bien antes de subir a un taxi”.