Ecuador no deja de ser testigo de esquemas piramidales que prometen atractivos retornos financieros con poco esfuerzo.
A pesar de las advertencias de las autoridades y la claridad del marco legal, miles de personas caen en estas estafas.
El caso más reciente es el de la empresa Craft, que captó miles de dólares como inversiones para pulseras de plástico y se esfumó los primeros días de septiembre de 2024.
Esta supuesta empresa prometía pagos desde 365 dólares hasta más de 16 000 dólares al año, pero se trataba del sistema Ponzi.
Las ganancias de los primeros inversores se pagan con el capital que aportan los nuevos participantes, y no a través de inversiones reales o negocios legítimos.
Esta estructura, insostenible por naturaleza, depende del flujo constante de dinero fresco y colapsa cuando las entradas de capital no son suficientes para cubrir las promesas de pago.
Pero este no es el único fraude de este tipo registrado en el país.
Big Money, la captadora ilegal de dinero de Quevedo, es otro caso en la que miles de personas entregaron sus ahorros. Creyeron en la falsa promesa de que obtendrían el 90 % de interés en ocho días. Según la Fiscalía, esta pirámide habría recaudado “de forma ilícita” más de 10 millones de dólares entre 2021 y 2022.
Este tipo de casos solo develan que aún hay una necesidad urgente de mayor educación financiera y conciencia sobre los riesgos.
Entre los errores más comunes que comete la gente al involucrarse en estafas piramidales es la falta de escepticismo frente a promesas de ganancias exorbitantes.
En una economía marcada por la incertidumbre y el desempleo se puede entender la búsqueda de oportunidades rápidas de generar ingresos económicos.
Pero, este deseo de mejorar la situación financiera de los hogares a menudo nubla el juicio crítico.
Los estafadores se aprovechan de la desesperación y la avaricia al ofrecer esquemas financieros como oportunidades legítimas de inversión. Esto en la práctica solo enriquece a pocos a expensas de la mayoría.
Otro error frecuente es confiar ciegamente en recomendaciones de conocidos o amigos que ya están involucrados en estos negocios.
A menudo no son conscientes de que están participando en una estafa y creen sin cuestionar en la viabilidad del sistema.
A esto se conoce como “efecto de arrastre” y es uno de los factores que más contribuye a la expansión de las pirámides, pues las víctimas se convierten en promotores involuntarios.
El Código Orgánico Integral Penal (COIP) de Ecuador es claro en el tratamiento de estafas. El art. 186 señala que quien, mediante engaño, obtenga un beneficio económico en perjuicio de otra persona, será sanciona con pena privativa de libertad de cinco a siete años.
Esta disposición abarca los esquemas piramidales, que se clasifican como una forma de estafa.
A pesar de estas sanciones, la aplicación de la ley es un desafío, en parte debido a la dificultad de identificar y desmantelar rápidamente estas estructuras antes de que causen daños significativos.
Para evitar caer en una estafa piramidal, es crucial que los ciudadanos se eduquen sobre las características de estos esquemas.
Una regla básica es desconfiar de cualquier inversión que prometa retornos extraordinarios con poco o ningún riesgo.
Es fundamental investigar a fondo la empresa o la persona que ofrece la oportunidad de inversión, verificando su registro legal y antecedentes.
Consultar con un asesor financiero o legal antes de realizar cualquier inversión relevante no deja de ser una medida preventiva efectiva.
Frente a estas repetitivas estafas se vuelve clave intensificar los esfuerzos de educación financiera pública y privada. Además, esto demanda una aplicación de la ley de manera más contundente para desincentivar a quienes participan en estas prácticas ilícitas.
Solo a través de una combinación de conciencia ciudadana y acción legal decidida podremos reducir el impacto devastador de las estafas piramidales en nuestra sociedad.
Es responsabilidad de todos informarse y protegerse de caer en estas trampas que solo llevan al desengaño y la pérdida.