Todas las pertenencias de los migrantes están en las mochilas que llevan a cuestas. Mientras más lleven, más pesado se hace el trayecto. Foto: Anna Surinyach/MSF.
Cada vez es más común observar a mujeres, familias y niños centroamericanos que emprenden su camino hacia Estados Unidos. Estas personas se alojan en albergues o descansan unas horas en las vías antes de proseguir con la ruta.
Quienes deciden migrar deben sobrevivir a todo tipo de peligros. A lo largo de la ruta hacia Estados Unidos, pueden ser víctimas de redes de tráfico de personas, así como de agentes estatales y de elementos de organizaciones criminales que secuestran, roban, asaltan y extorsionan. Llevan tan asumido que pueden sufrir episodios de violencia sexual que algunas de las mujeres que cruzan la frontera usan inyecciones anticonceptivas antes de partir.
De acuerdo con el psicólogo Miguel Gil, de Médicos Sin Fronteras”, “los migrantes vienen emocional y físicamente maltratados”. Además, señala que los niños viven de manera diferente el viaje, pues ellos tienen “una noción del tiempo más clara que los adultos, se aprenden el camino y los lugares de memoria”, apunta. “Pero eso no quiere decir que sean ajenos al sufrimiento”.