Cerati ha ganado siete premios Grammy Latino y tuvo 14 nominaciones a los mismos premios. Uno de ellos como mejor producción del disco ‘Fijación Oral Vol. 1’ de Shakira. Foto: Archivo / EL COMERCIO
Ese aire que inhalaba y cantaba en bocanadas, ese mismo aire le faltó a Gustavo Cerati para despertar, incluso cuando pasasen los temblores. Un paro respiratorio fue la causa de su muerte, ayer, 4 de septiembre de 2014, en Buenos Aires, tras ese sueño impuesto sobre su cuerpo, desde Caracas.
Su madre Lilian Clark se aferraba a la esperanza. No estaba sola, otros también se aferraban, la buscaban. Miles seguían la ruta de la mano materna e infatigable hasta el rostro de un Gustavo dormido. Las miradas, las preguntas y las plegarias se alzaban… volaban sobre ciudades de furia. No era para menos, cada vez que lo escuchaban -en discos, conciertos, videos-,esos miles de almas (tan corruptibles) esperaban -y recibían- lo que llaman amor.
Sobre esos cuatro años de quietud, siempre ganarán tres décadas y más años de canciones en movimiento, canciones animales, de temas para corazones delatores, de verbos hechos carne, de conciertos donde nada personal era todo personal, de vueltas por el universo. Las suyas eran composiciones musicales y líricas que hallaban en la voz de Cerati el tono sugerente para gestarse en amantes prófugos, en juegos de seducción, y para reproducirse en ideas de cabezas usadas como revólver; en emociones para tratarse suavemente.
Lo hacía con la huella de The Police o The Cure, con los rezagos de la oleada del pospunk europeo, con gotas de ska, de dark, de electro, con rock y sinfonía. Lo hizo con Soda Stereo, lo hizo solo, lo hizo para otros artistas.
La familia del músico – su madre y sus hijos, Benito y Lisa- agradeció, en el comunicado que confirmó el deceso, el respeto y la consideración con que los han acompañado siempre. Ante los designios de la naturaleza insaciable, solo Cerati sabrá si crecemos con su adiós o si del mismo dolor vendrá un nuevo amanecer.