Expertos en publicaciones musicales comparten experiencias en un encuentro en Quito.
Asistir a conciertos, comprar un disco nuevo o descargarse música de la Internet, son actividades de ocio que forman parte intrínseca de la vida de un periodista musical. En su mayoría empiezan como melómanos, pero la necesidad de transmitir sus conocimientos los lleva a especializarse y publicar en medios impresos, digitales, de radio y televisión.
Esta semana se cierra el Primer Encuentro Internacional de Periodismo Cultural Especializado en Música en el marco del festival Ecuador Jazz 2015 y hoy se inicia el taller de periodismo musical y cultural: Escuchar, Leer, Escribir, a cargo de Humprey Inzillo, editor de la revista Brando y exeditor de la Rolling Stone Argentina.
La relación entre la profesión periodística y el arte sonoro existirá siempre -según Jaime Andrés Monsalve, periodista y jefe musical de la Radio Nacional de Colombia-, “cuando exista interés en la investigación siempre habrá un periodista dedicado a lo musical. Porque la música mueve una vibra diferente de cada persona”.
Para el investigador, la experiencia recopilada sirve de guía para acercar música y artistas a personas que probablemente no hayan tenido la oportunidad de escucharlos.Las herramientas periodísticas ayudan a separar los blogs aficionados, de una publicación especializada.
El periodista mexicano Enrique Blanc -editor de la revista digital Banda Elástica– considera que el periodismo musical vive un momento interesante, porque “la Internet nos ha dado acceso a una oferta apabullante de sonidos cercanos y distantes. El papel del curador se vuelve importante para acceder al gran público, mostrándoles las cosas que deben atenderse porque aportan a la evolución de los géneros musicales”.
Inzillo recalca que para lograr buenos productos especializados, el uso de géneros periodísticos se fusiona con el bagaje musical del periodista, “en una buena reseña, el crítico debe poner en juego toda la música que escuchó en su vida y, también, toda la información ligada a la música y a las artes que acumuló en su derrotero. Es decir, poner a dialogar su memoria emotiva con los conocimientos adquiridos”.
En relación con las coberturas de conciertos –dice Inzillo-,
deben contemplar no solo lo que ocurre en el escenario, sino
el impacto que los sonidos tienen en la audiencia. “La música,
para mí, funciona como un catalizador de emociones. Y más
allá de aspectos técnicos o teóricos, lo importante en una obra musical de cualquier género es la sensación que cause”.
Felipe Pinzón, músico y productor ejecutivo de Expresarte, considera que la importancia de esta actividad es que sirve como herramienta para conocer los procesos culturales de la sociedad. En este sentido los periodistas se acercan tanto a la música como al contexto en el que se crean los sonidos.
Para Gabriela Robles, integrante de Radio Cocoa –organizadores del taller con Inzillo-, la ciudad ha sido un catalizador para la realización del taller “estamos en un momento de la música y el arte que nos permite generar contenido. Cuando hay una escena que crece (como la ecuatoriana) hay más cosas de las que hablar” y por tanto más material para escuchar, leer y publicar.
La proximidad con los grupos permite a los periodistas presenciar fenómenos históricos. Blanc, por ejemplo, reconoce que agrupaciones como Maldita Vecindad, Caifanes, y Café Tacvba son bandas que formaron un fenómeno que unió a la juventud latinoamericana, “la cercanía de haber atestiguado este momento han sido grandes experiencias”.
Separar al fanático del periodista “no es tan sencillo como parece”, dice Inzillo. Explica que el reto está en lograr una buena entrevista, reseña o producto periodístico “que esté a la altura de la admiración que sentimos por ellos”.