El hábito compulsivo de morderse o comerse las uñas se conoce como onicofagia. Foto: Temas de actuales
Comerse las uñas es una hábito bastante común tanto en niños como en adultos. Inicialmente esta costumbre puede ser vista simplemente como un defecto; sin embargo, detrás de esa conducta muchas veces se esconden distintas situaciones que posiblemente están afectando a la persona.
El hábito compulsivo de comerse las uñas es conocido como onicofagia y es considerada una manía de carácter psicológico.
Según la psicóloga Carolina Lanas, cuando un niño empieza a morderse las uñas puede ser por curiosidad, consuelo, costumbre o porque lo vio en otra persona. El problema es que estos comportamientos también se derivan de otras circunstancias, como por ejemplo ansiedad, estrés, miedo, ira, pánico, nerviosismo, frustración o tristeza.
Lanas recomienda que en estas situaciones la persona debe intentar relajarse y distraerse para aliviar las tensiones. Ahora bien, desde el punto de vista psicológico, morderse las uñas también puede considerarse como una auto agresión física, ya que se lastiman las manos y por ende provoca dolor.
En el caso de los niños es importante asegurarse de que tengan las uñas cortas y limpias. Además se los puede distraer con actividades en las que deban utilizar sus manos, como por ejemplo armar rompecabezas, pintar, jugar con plastilina, etc.
Este hábito también puede agudizarse en situaciones extremas, como por ejemplo cuando se enfrenta la muerte de un ser querido (incluyendo mascotas), violencia intrafamiliar, divorcios, bullying, etc.
Frente a estas situaciones, es importante descubrir qué es lo que está generando la ansiedad en el individuo, para de esta forma darle herramientas que le ayuden a sobrellevar los momentos de estrés.
Lanas reconoce que comerse las uñas es un hábito compulsivo bastante difícil de controlar, pero es posible erradicarlo con un tratamiento psicológico efectivo.