Michael Heise- Project Syndicate
El crecimiento global se está acelerando. Pero antes de descorchar champaña, pensemos en los riesgos que en el largo plazo plantea a la continuidad de esa expansión el aumento de la deuda pública y privada.
Los analistas de mercados ven la recuperación del crédito privado en la mayoría de las economías emergentes y algunas de las desarrolladas como señal de aumento de demanda y preanuncio de un crecimiento más rápido. Pero aunque esto valga en el corto plazo, el incremento incesante de la deuda general sigue siendo uno de los problemas más graves para la economía global.
Pese a los años de desapalancamiento que siguieron a la crisis financiera global de 2008, el nivel de endeudamiento todavía es muy alto, y ahora encima estamos de nuevo en un ciclo crediticio expansionario. Según el Banco de Pagos Internacionales, la deuda total no financiera pública y privada equivale a casi el 245% del PIB global, contra 210% antes de la crisis financiera y cerca del 190% a fines de 2001.
Es posible que este año el gobierno de los EE.UU. pida prestado un 5% del PIB, lo que llevará la deuda pública total a más o menos el 108% del PIB. En la eurozona, la deuda pública es aproximadamente el 85% del PIB; en Japón, el cociente deuda/PIB anda cerca de un exorbitante 240%. En todo el mundo, la deuda no financiera privada está creciendo más rápido que el PIB nominal.
Estas tendencias continuarán, porque muchos bancos centrales importantes (incluidos el Banco Central Europeo y el Banco de Japón) no sólo han aplaudido la recuperación crediticia, sino que incluso apuntan a estimular más crecimiento basado en crédito. Sólo la Reserva Federal de los Estados Unidos y el Banco Popular de China están tomando medidas para poner límites al crédito bancario.
El mundo ya soportó suficientes crisis económicas para saber que un alto nivel de deudas crea riesgos graves. Aunque la deuda nominal es fija, los precios de los activos pueden derrumbarse y generar enormes pérdidas contables y un aumento de las primas de riesgo (y con ellas, del costo financiero). Hace sólo una década, la implosión de un auge crediticio dejó al sector financiero al borde del colapso, y en gran parte del mundo se produjo una recesión que duró años.
La única carga de deuda sostenible es aquella que es manejable incluso durante las fases negativas del ciclo económico. Pero los gobiernos siguen cometiendo los mismos errores, y tratan el endeudamiento como la panacea del crecimiento sostenido, en vez de lo que es: una pesada carga y una fuente de riesgos enormes.
Es hora de que las autoridades y sus asesores económicos se den cuenta de esto y abandonen el supuesto de que un mayor endeudamiento produce siempre más crecimiento.
Si bien hay momentos en que los gobiernos necesitan endeudarse para estimular la economía, el gasto deficitario no puede aumentar el crecimiento a largo plazo.